Contra la pereza intelectual

Se le atribuye al escritor argentino Mempo Giardinell la frase  que reza así: “Un pueblo que no lee está condenado a la extinción”. Ante  el nivel de nuestras conversaciones de barra de bar, y hasta de los debates parlamentarios, deberíamos inferir que a nuestro país le queda menos futuro que a un dinosaurio en la época final del Cretácico.

Por si lo quieren saber, casi un 40% de los habitantes de España no leen nunca o casi nunca. Afortunadamente, las editoriales católicas siguen ofreciendo títulos que contribuyen a elevar el debate de sobre cuestiones cruciales para el gobierno y desempeño pastoral de la Iglesia. Muchos malos entendidos, innumerables rencillas e infinidad de sufrimiento se deben, en realidad, a la pereza intelectual en la que parecemos instalados tan ricamente.

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Obras como “Desde el último banco”, “¿Quién manda en la Iglesia?” y “La Iglesia del futuro”  estimulan la necesaria conversión continua e inacabada del Pueblo de Dios con el rigor, la serenidad y la hondura que precisan los grandes desafíos a los que se enfrenta hoy la Iglesia.

“Desde el último banco”, el libro de Lucetta Scaraffia, con una sabiduría exquisita que evita abrumar al lector, consigue situar la polémica sobre el papel de la mujer en la Iglesia en términos constructivos y operativos. Su mirada sobre la liberación de la mujer, la ideología de género y la aportación que las mujeres católicas han hecho y pueden hacer a la Iglesia no debería ser obviada por más tiempo ni por futuros cónclaves ni por las comunidades eclesiales.

“En una cultura que, frente a este cambio (el de los papeles sexuados en la sociedad actual), solo conoce las opciones opuestas de adhesión o crítica, la Iglesia puede desempeñar un importante papel constructivo justamente gracias a que ella no ha negado nunca la importancia y riqueza de la procreación tanto en la vida humana como, sobre todo, en la relación de pareja”. Pag 311.

Parecido podría decirse de la obra de Javier Elzo, “¿Quién manda en la Iglesia?”. En su caso, para la reforma de la gobernanza de la Iglesia. Lejos de proponer el juego de mayorías y minorías, su apuesta bebe de la tradición de los primeros cristianos sin obviar ni los condicionantes de la modernidad, ni el saber sociológico.

“He apostado, entre otras cosas por una Iglesia donde tengan voz y voto clérigos y laicos, mujeres y hombres, y donde los responsables lo sean por un tiempo limitado. Una Iglesia más participativa y democrática en las decisiones, haciendo verdad la corresponsabilidad de todos, puesto que  »todos somos iglesia»”. Pág. 311.

El ensayo del periodista John Allen, “La Iglesia del futuro”, tiene la virtud de plantear 10 grandes tendencias que en su opinión marcarán el devenir de la Iglesia católica. La versión original es de 2009, cuatro años antes de la elección de Bergoglio como Papa. Su origen norteamericano condiciona, como no podía ser menos, su comprensión del orbe católico. De hecho, refleja unas preocupaciones muy estadounidenses que al menos en la Europa meridional se viven con menos intensidad, como el avance del pentacostalismo o el choque de civilizaciones. No obstante, su punto de vista, precisamente por su nacionalidad, le coloca en el lugar idóneo para percatarse de las diferencias entre el mundo próspero, en particular la sociedad de consumo norteamericana, y los países del Sur, la mayoría sociológica del catolicismo actual y futuro.

“La Iglesia necesitará vivir mucho más a fondo lo que los recientes papas y teólogos han llamado la “eclesiología de comunión”, porque las tensiones a que ese espíritu de comunión estará sometido serán inmensas. El catolicismo tiene la oportunidad de hacer ver por primera vez cómo sería una forma de globalización que valorarse tanto lo universal como lo local, pero también puede experimentar dentro de sí el choque de civilizaciones  que los alarmistas temen para el resto del mundo”. Pág. 644