«Habrá que sembrar el futuro de recuerdos. Lo que compartí con Eugenio Royo»

Santiago González Vallejo. Hay pocos libros sobre el mundo sindical, el instrumento de defensa de los trabajadores. En este caso, el autor de Habrá que sembrar el futuro de recuerdos. Lo que compartí con Eugenio Royo, Manuel Zaguirre, a su vez protagonista privilegiado de la historia y la intrahistoria sindical, da retazos de la importancia del pensamiento y acción de Eugenio Royo, al que señala como cofundador de la Unión Sindical Obrera, a finales de los años 50 en la España franquista.

Royo, hijo de los «vencidos» de la Guerra Civil –su padre estuvo en prisión-, junto con otras personas, procedentes en su mayoría de la Juventud Obrera Cristiana (JOC), poco a poco, durante años, construyen un pensamiento y empiezan a organizar a más trabajadores, que quieren superar a las organizaciones obreras tradicionales y cuyas direcciones fundamentalmente están en el exilio, por una organización en el interior, autónoma de los partidos políticos y unitaria y plural en su interior.

El texto aglutinador en el que Royo deja su impronta, por el que empiezan a constituirse en Guipúzcoa, Vizcaya, Asturias, Valladolid, Madrid… grupos de trabajadores que ya se identifican como USO es la Carta Fundacional, un compendio de los ejes diferenciales de esta organización que no mira a las organizaciones del exilio, que llama a las nuevas generaciones a ser los sujetos de la acción y la reivindicación, reclamándose como socialista.

Zaguirre muestra el atrevimiento y las ansias de libertad de las nuevas generaciones que marcan esos años. Como ejemplo, su propia elección como secretario general de la USO de Catalunya cuando tenía 23 años, sucediendo a Julio Morera que tenía 28 años. Royo, el mayor, tendría treinta y tantos. Estamos hablando  de 1970.

El libro desgrana las tácticas de USO (y de CCOO) para compaginar el entrismo en el aparato sindical vertical con la actividad clandestina. Lo primero permitía tener una mayor capacidad de movimientos y organizar reuniones (prohibidas en el franquismo) que posibilitaban un crecimiento organizativo y capacidad reivindicativa. También hay que señalar que en muchas empresas y localidades USO constituyó o formó parte de las primeras comisiones obreras a las que abandonó cuando constató el control del PCE en las mismas.

Zaguirre relata la vorágine de la transición política, la intervención interna y externa para promocionar a unos y marginar a otros, y como Royo, entre otros, promueve una alternativa descentralizada al PSOE que no cuaja, y como se pasa de un planteamiento de la posibilidad de una organización sindical unitaria y pluralista que podría haberse conformada desde la COS (Coordinadora de Organizaciones Sindicales) a la división cainita y ligada a las estrategias por la hegemonía de los partidos PSOE-PCE y sus instrumentos sindicales en ese momento, UGT y CCOO. Y mucho más grave, la pérdida para los trabajadores del patrimonio sindical acumulado gracias a las cuotas obligatorias de tantas décadas. En esta situación de polarización, USO se rompe, y cuadros valiosos como, en ese momento, el Secretario General, José María Zufiaur, se van a la UGT y con ellos, Eugenio Royo, al que le vence los afectos y sentimientos. En UGT es generalizado, según muchos de los protagonistas de esa época, la marginación y el maltrato a esas personas, incluyendo a Royo.

Posteriormente, se rehacen las relaciones, y se tienen los reencuentros necesarios para rehacer la amistad y mostrar el reconocimiento mutuo. Como hecho notable, la participación de Royo en un seminario de formación en el que traza la necesaria relación del sindicalismo y de la economía social. Royo, un hombre ligado al cooperativismo de Mondragón, remarca la confluencia entre sindicalismo transformador y economía social para fortalecer una sociedad donde se prime a la persona, frente a la primacía del capital y lucro de una sociedad dual que se está forjando en esta globalización.

Por último, hay que señalar que la última etapa vital de Eugenio Royo estuvo dedicada como voluntario a la ayuda a los refugiados e inmigrantes, a través de CEAR, reflejo de la injusticia de este mundo y sujetos de dignidad.

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Habrá que sembrar el futuro de recuerdos. Lo que compartí con Eugenio Royo de Manuel Zaguirre. Venta en los locales de USO. 4,5 euros.