Últimos libros de 2016 que no hay que perderse

La última cosecha editorial de 2016 nos deja libros que no deberían pasar por alto. Obras con las que apuntalar los cambios necesarios, tanto en nuestra maltrecha sociedad como en nuestra incomprendida y compleja Iglesia.

 

“La moral cristiana, ¿opresora o liberadora?”, de Felicísimo Martínez, no deja la sensación de estar ante un libro imprescindible, una obra fundamental que viene a prevenir mucho del dolor pasado y a subsanar grandes equívocos en torno a una concepción estrecha, y algunas veces hasta interesada, de la moral cristiana. A medida que se avanza en su lectura, van cayendo las falsificaciones, las tergiversaciones y los reduccionismos, para presentar la radical sencillez, la serena belleza y la contagiosa humildad de la propuesta cristiana.

“La moral cristiana debe fundarse más sobre la experiencia de la fe y de la gracia, que sobre el ascesis y lo fuerza de voluntad”. pág 43.

Tan difícil como cambiar la mentalidad de las personas es virar el rumbo de lo que algunos autores gustan, no sin malicia, llamar la primera multinacional de la historia, la Iglesia. En un intento por dar respuesta a la pregunta de si Bergoglio conseguirá llevar a cabo su programa de reforma, “una Iglesia pobre para los pobres” que abrace sin rodeos ni subterfugios, lo que Rocco D’ Ambrosio denomina “la perspectiva desde abajo”, “¿Lo conseguirá Francisco? hace un recorrido por la lógica de las instituciones y las resistencias individuales y organizativas al cambio, que merece ser aplicado a todo grupo, organización o estructura eclesial. Solo Dios sabe hasta dónde se cumplirá el sueño del actual papa. Aunque lo cierto es que Bergoglio reúne muchas de las capacidades necesarias para hacerlo y que de hecho su reforma tranquila ya está en marcha. La virtud de este breve ensayo quizás resida en que plantea de modo realista los conflictos y las dificultades con el que tarde o temprano se topa todo buen empeño.

“El bien de la institución no existe cuando se prescinde del bien de los individuos y los grupos”. Pág. 67

La exhortación sobre la familia se ha convertido sin pretenderlo en una prueba para medir el grado de aceptación del impulso del papa argentino. En “Estuve divorciado y me acogisteis”, su autor, Jesús Martínez Gordo, no trata de fijar la adecuada interpretación de “Amoris Laetitia”, sino que describe pormenorizadamente su contexto, relata el largo camino recorrido hasta su publicación, de modo que, el lector o lectora pueda entender, más que lo que dice la exhortación, por qué se dice lo que se dice y cuál es su alcance. Queda muy claro el proceso de reflexión propuesto por Francisco y el nuevo modo, más colegial, más realista y más cercano, de afrontar las cuestiones candentes que la Iglesia inaugura con el actual pontificado. Pero sobre todo, es una clara apuesta por una nueva pastoral familiar que necesita de la implicación de toda la comunidad cristiana.

“Y para que esta secuenciación de acogida, acompañamiento, discernimiento e integración funcionara era fundamental que todos los cristianos se percataran de sus personales fragilidades”. Pág. 197

Más urgente se antoja, si cabe, reorientar el camino que lleva de nuestro planeta. A eso aspira la nueva política en la que cree y en la que está directamente implicado nuestro querido amigo Miguel Ángel Vázquez. “Kosmótica” no es solo un libro sobre los retos globales que nos desafían. Es más que eso. Es una reflexión elaborada por alguien sensible y comprometido que se echó a la arena de los proyectos políticos al calor del 15M con todo su bagaje de poeta, cooperante, periodista y soñador. Porque no nos habla solo de teorías, sino de hechos, porque no cae en el cortoplacismo sino que mira al horizonte y porque no se encierra ni en unas siglas, sino que piensa en el mundo, merece la pena la lectura de esta obra inclasificable a medio camino entre el ensayo divulgativo y el diario íntimo.

“Nuestro objetivo es alcanzar una sociedad global sostenible, sin pobreza, con respeto a la multiculturalidad y la diversidad fraterna y pacífica, con equidad de género, enfocada hacia el bien común, y próspera en tiempo y vida”. Pág. 183

Y, para terminar, un muy libre y breve ensayo en el que nos advierte de algo muy importante que se nos puede estar olvidando ante las ganas de pasar la página de la crisis y el relato programado de nuestra insignificancia ante tantos infortunios: no basta con volver a la situación previa a la llamada Gran Recesión, no habremos conseguido nada si no cambiamos nuestros estilo de vida y los engranajes que mueven nuestras sociedades. Lo que Kike Lorenzo, desde la primera línea del combate contra la pobreza y la exclusión trata de decirnos en “Metáforas para entender la crisis (y no volver a repetirla)” es que necesitamos cambiar la lógica que nos convierte en competidores de los demás, convertirnos en protagonistas personales y comunitarios de la historia y que debemos elegir y asumir las consecuencias de nuestras opciones.

«… o prestamos atención a las debilidades de nuestro modelo o seguiremos pendientes de aspectos que son únicamente coyunturales». Pág 56.